Bashar al-Asad. |
Bashar al Asad sigue
al frente del Gobierno sirio un año después del inicio de las presiones
políticas, sociales y militares que, en su momento, protagonizaron opositores
primeros y partidarios después, para sacar de las dictaduras que presidían Ben
Alí en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto y Muammar Gadafi en Libia.
Queda pues mucho por hacer a la comunidad internacional
para evitar más víctimas en esta guerra contra la opresión, la corrupción y la
pobreza imperante en Siria desde, incluso, las épocas en que el padre del
actual dictador hacía lo propio. Máxime, si se asemejan a las justas reivindicaciones
que a lo largo de la historia han
sido una constante.
La
Primavera Árabe en Siria después de un año
Entretanto, son unas ocho mil las personas que han fallecido ya
como víctimas, fundamentalmente
civiles, de las serias represalias de las fuerzas gubernamentales presididas por su
hermano, Maher al Asad, al no estar siendo armadas o asistidas con ayuda
internacional que resultó determinante en la caída de Gadafi en Libia.
La
ONU y demás instituciones deben responder más contundentemente
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