El 29-S y el inicio de un fin de semana que acaba en protestas contra la crisis en Europa

Marchas sindicales.
Protestas en Alicante, España.
Las consecuencias de la crisis económica siguen latentes en el viejo continente, de acuerdo a las masivas marchas y demás acciones que durante el último fin de semana se dieron en España, Grecia, Portugal, Polonia, Francia o Alemania, en protesta por las políticas de ajuste económico, financiero y fiscal impuestas desde hace más de dos años para hacerles frente, pero que parecen hasta haber agravado la situación.

‘No a los recortes’ en España y otros países de la zona euro

El 25-S miles de españoles fueron convocados a los alrededores de la sede del Parlamento, con la pretensión de tomarlo ante la creciente indignación existente por la persistencia de la crisis económica y financiera; terminando siendo reprimidos, desalojados y detenidos algunos por la policía. La acción se repitió el sábado 29 de septiembre, con similares efectos.

Las protestas en Grecia se extienden a Portugal y otros países europeos

La crisis en Grecia hizo que sus ciudadanos marcharan contra los ajustes que acompañaron a los rescates de la Unión Europea, el BCE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y siguen haciéndolo por los nulos efectos que parecen estar teniendo. Situación similar a la que vive también Portugal, en donde el sábado la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP), convocó una manifestación a la que se calcula asistieron varios cientos de miles de personas.

Francia, Alemania y Polonia también protestaron

El 30-S fue en Francia determinado por una marcha por las calles de París,  de mayoritariamente manifestantes de izquierda, contra los duros ajustes incluidos en los presupuestos del próximo año y solicitando un referéndum sobre el tratado fiscal europeo. Mientras que unas 40 mil personas hicieron lo propio la víspera en unas cuarenta ciudades de Alemania, en aras de un “reparto justo de la riqueza”; habiendo también marchas de protestas en Polonia.

Lo que parece indicar, entre otras cosas, que la crisis de deuda ya no es solo acuciante en los países del sur de Europa, sino también en el resto del continente, pese a que el Banco Central Europeo (BCE) se comprometió a comprar bonos de los Gobiernos de la Unión con problemas en caso de ser necesario.

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